CCOO de Industria | 10 junio 2025.

EDITORIAL: ODA A LOS VIEJOS

    «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos». Antonio Gramsci.

    13/09/2019.
    Trabajador generación 70-80

    Trabajador generación 70-80

    Con la jubilación definitiva de Jose Ramón Sánchez, y en las postrimerías de enormes referentes del sindicalismo en Fertiberia como Jose Gómez (Pepe Salamanca) y Antonio Ortega ejercitando por última vez su derecho al voto para la constitución del nuevo comité, se inicia una nueva época; el tiempo dictará si mejor o peor, pero desde luego con sus retos propios. Esta lista de referentes no se agota aquí y conviene rescatar algunos para no ser injusto: Jose Luis Naves se ha ganado por derecho propio figurar en esta lista por su contribución desde la intercentros, sobre todo, en el plano de la seguridad, así como Virgilio Zarza lidió en el centro que más problema tuvo en el pasado con la impostura del estoico.

    Los jóvenes –aunque rondamos el grueso los cuarentaypocos-, algunos en desacuerdo con la toma de decisiones de nuestros mayores imbuidos de una coraza con tachaduras rebeldes, hemos venido –o estamos obligados- a tomar el relevo de estos antiguos rockeros. Las viejas asambleas y los centros atestados de personal propio trasmutan a grupos de whatapps y centros raquíticos que dibujan un nuevo modo de hacer. Se abre una etapa en que nos asomamos al espejo y nos exponemos a la distorsión de nuestra imagen mediante la toma de decisiones; la distancia entre los valores –propios y de la organización- y la realidad es un camino espinoso en el que se desgaja en cada acción nuestro YO. A este ritmo no va a existir imagen pública que aguante más de un telediario.

    En otra línea, una actitud empresarial paternalista que le disputa la lealtad a los intereses obreros debilitando incluso el sentimiento de pertenencia al grupo nos mira de reojo; a este paso, cuando haya que defender alguna causa, no habrá más que un patio vacío. Un desplazamiento de la centralidad del trabajo difícil de abordar. Y, si todavía puede parir la abuela, queda un espacio para la emergencia de otros actores que vienen a enturbiar la organización que, por una u otra justificación, ni caben en esta editorial. Y en este claroscuro, surgen los monstruos, en palabras del teórico marxista Antonio Gramsci. Y no es para menos.

    La ausencia de estructuras sindicales ordenadas y sin criterio nos retrotrae a los movimientos sociales anterior a mitad del siglo XIX, cuando todavía no podíamos hablar de sindicalismo por no tener constitución como estructuras permanentes y contestatarias frente al gran capital, con un barniz de nuevas tecnologías que entorpece el diagnóstico de este comportamiento: movimientos espontáneos y violentos; que surgen ante un agravio percibido por la mayoría pero que tiene la debilidad manifiesta de tomar derroteros que no suelen garantizar una mejora de las condiciones del trabajo.

    Por mi parte, todavía sabiendo que es una valoración controvertida que no suele tener correspondencia entre mi generación, y a pesar de ensuciar sus manos por los retos afrontados y las vestiduras rasgadas tras años de lucha sindical –que no fueron escasas y les hicieron llorar en más de una ocasión-, por lo que represento y me toca jugar en este periodo, sin que este apoyo incondicional suscriba todas y cada una de las decisiones que tomaron (pero sin caer en el vicio de juzgar fuera de contexto, que eso bien fácil es pero que flaco favor nos hace) yo les digo, a esos viejos rockeros: GRACIAS.

    MUCHAS GRACIAS POR TODO.