CCOO de Industria | 23 febrero 2025.

El ordenador con ruedas, ¿utopía o realidad?

    Isabel Fernández y Joaquín Ferreira, secretarios de Componentes y Automoción de CCOO de Industria, analizan en este artículo cuál podría ser el impacto del coche autónomo en el sector, en sus trabajadores y trabajadoras y en la vida cotidiana. Aclaran también cuáles son los desafíos que la llegada del vehículo sin conductor plantea a los sindicatos.

    07/10/2016. Madrid

    El coche autónomo ya está aquí. Son varios los fabricantes de automóviles y componentes que se preparan para el cambio. No solo realizan pruebas piloto con esta tecnología. También comercializan coches semiautomáticos. Películas y series de televisión como “Desafío total” y “El coche fantástico” ya no son ciencia ficción. Si alguien todavía niega que a las calles llegarán los vehículos sin conductor que reconozca su error. Lo único que hay que aclarar es la fecha en la que veremos circular los primeros coches de estas características, si estamos preparados para ello y cuál será su impacto en la industria del auto, en los trabajadores y trabajadoras y en nuestra vida cotidiana. Incógnitas de peso, sin duda.

    Son tantas las preguntas que todavía no tienen respuesta que los entusiastas fundan sus hipótesis en ilusiones que se basan en la obtención de beneficios universales para todos. Anuncian una economía circular con menos residuos, un mejor uso de los activos infrautilizados (automóviles, vivienda…), oportunidades sin precedentes para una mejor información y comunicación y una mejor conciliación de la vida personal y laboral. Los escépticos sin embargo temen que se produzcan cuantiosas pérdidas de empleo, que estemos disponibles las 24 horas del día los siete días a la semana, que se deterioren las condiciones laborales, que haya mayor supervisión y control y que todo esto provoque más desigualdad de la riqueza.

    Son varios los fabricantes de equipos y componentes de automoción para la infraestructura de recarga que han desarrollado importantes innovaciones. Siete compañías ya han anunciado el desarrollo de tecnología punta para el coche autónomo y proliferan interfaces inteligentes que se acoplan a los vehículos y que los transforman en auténticos ordenadores con ruedas. Además, frecuentemente son noticia los líderes de componentes de auto que se asocian con empresas punteras en tecnología digital. Google, Apple o Microsoft decidirán cómo hacer los coches y facilitarán los sensores que analizan en tiempo real los datos que se necesitan para permitir una conducción autónoma segura.

    A lo que nadie puede responder de forma clara y firme es a la pregunta de cuándo el coche sin conductor será una realidad comercial. Los fabricantes y los organismos públicos no manejan las mismas fechas, porque todavía quedan numerosas cuestiones que tratar y la mayoría no son técnicas.

    Luces y sombras

    Los entusiastas aseguran que con la llegada del coche autónomo habrá menos colisiones de tráfico, aumentará la capacidad de la carretera y se reducirá la congestión del tráfico al haber menos automóviles en circulación por el aumento del uso compartido. También están seguros de que se reducirá el espacio necesario para aparcar y que los conductores no tendrán que estar pendientes de la conducción y de la navegación del vehículo. Por eso la edad, el carnet de conducir y las dificultades visuales dejarán de ser un problema para desplazarse en coche, como tampoco lo será el haber consumido drogas o alcohol.

    Las ventajas están claras, pero no tanto el impacto que provocará la llegada del coche conectado. Habrá que aclarar de quién es la responsabilidad de los daños que se pudieran producir durante la conducción, qué regulación y marco legal regirá este tipo de vehículos y si el software es o no fiable. También conviene precisar si el sistema de comunicación sobreviviría al ataque de los hackers y qué ocurrirá con los problemas asociados a la privacidad. La resistencia de los individuos a perder el control del coche, la pérdida de los puestos de trabajo, relacionados con la conducción y el precio del producto final son cuestiones de envergadura que también están pendientes. Además, se trata de vehículos caros que, por el momento, solo estarán al alcance de una parte importante de la población si se recurre a la compra compartida y al alquiler.

    Por todo lo dicho, la industria del automóvil necesita realizar a partir de ahora cambios de calado porque se venderá movilidad e información en lugar de coches, se multiplicará el uso compartido y surgirán nuevos competidores porque, con la llegada del coche autónomo, ya no solo fabricarán coches las clásicas empresas del sector, sino también las compañías tecnológicas. Las empresas TIC entrarán en el mercado para obtener los datos y se crearán nuevos productos y métodos de producción.

    Retos sindicales

    ¿Y los sindicatos? ¿Qué debemos cambiar? Nuestro principal reto es conseguir dar forma a una transición inclusiva hacia un futuro digital justo que minimice el riesgo. Al tiempo que se amplíen las posibilidades de automatización, de robotización y de externalización de las industrias y servicios, se debería abrir una nueva ventana de oportunidades.

    Sin duda, el área de acción más importante a la que se debe enfrentar el sindicato es el empleo, ya que seguramente se reducirá su peso en las plantas productivas. La Agencia Francesa de Medio Ambiente y Gestión de la Energía (ADEME) ha sugerido que el número de coches en el país podría llegar a ser en 2050 un tercio menor al de la actualidad, lo que tendría efectos directos en el empleo del sector.

    También se deberá prestar atención a las cualificaciones y a la mejora de las competencias, por la necesidad de trabajadores y trabajadoras altamente cualificados que dominen tecnologías digitales, así como a los itinerarios formativos necesarios para toda la vida profesional.

    La externalización de tareas y la regulación del tiempo de trabajo fuera de las fábricas, talleres y oficinas son cuestiones a abordar por las organizaciones sindicales, así como el teletrabajo y el trabajo colaborativo que pueda surgir. Trabajadores y trabajadoras que carecen de comités de empresa, de negociación colectiva y de convenios realizarán microtareas, a través de plataformas online, para varios empleadores. La salud y seguridad en el trabajo (surgirán nuevas enfermedades profesionales), la protección de datos y la conciliación de la vida personal y laboral son temas sobre los que surgen interrogantes.

    En definitiva, hay que evitar que la digitalización divida aún más a la sociedad y que sólo contribuya a un reparto de la riqueza más desigual. La revolución digital no va a suceder en una noche, tomará forma paso a paso. La implicación de los sindicatos es un reto importante y también una oportunidad. Por eso, desde CCOO de Industria hemos implementado un debate con los sectores afectados que, después de los próximos seis meses, nos permitirá conocer mejor los posibles efectos de la digitalización en el sector y en el empleo, en las condiciones de trabajo y en la legislación laboral y comercial de sus aplicaciones.